Partida y regreso

Copiándole malamente el título al libro de Bilbo, retorno a este mi rinconcito personal en la red. Desde la última vez que escribí en este blog muchas cosas han sucedido, la más relevante, y origen de todas las demás, es la publicación, el día 25 de marzo, de mi primera historieta, Underdog, dentro de la colección "Gaijin" de Glénat. Un día después hicimos la presentación del cachorro en la librería Mazinger Oviedo, rodeada de amigos e incondicionales, que se acercaron para saber más de este bastardo. Desde ese día, a un ritmo de semana sí, semana no, he estado viajando por distintos puntos de España, junto a mis compañeras Irene Roga (La Canción de Ariadna) y Belén Ortega (Himawari) principalmente, y en ocasiones con el resto de la línea, Kôsen (Lêttera) , Xian Nu Studio (Bakemono) y Kenny Ruiz (Dos Espadas).
He de decir que en cada sitio que he visitado, he sentido un enorme cariño e interés por nosotros y nuestra obra y mucha gente ha aprovechado esos minutitos en los que les dedicamos el tomo, a contarnos qué les ha parecido el tomo, qué les ha gustado, qué no, qué esperaban y qué esperan ahora. Nos han preguntado por nosotras, cómo estábamos, qué sentíamos. Algunos nos han pedido consejo. En muchas ocasiones hemos firmado más rato del tiempo establecido pero siempre ha merecido la pena, porque después de todo, esa gente está ahí por ti y por algo que tu has parido.

Los viajes son tremendamente agotadores, de alguna forma te drenan energía, y por otra te la dan, sobre todo es por esos ratitos en los que contactas con tu público, en el que de verdad ves a la persona que te lee y ellos pueden ver a la persona que le ha robado una horita de su vida. También se renueva la energía y la motivación cuando hablas con tus compañeros y con otros profesionales, de los que aprendes valiosísimas lecciones, que ven más allá de las etiquetas y se interesan, de forma totalmente genuina por el trabajo de los demás, de ver que tras el gran nombre que son, detrás hay una persona de lo más normal y sencilla.
He de decir que las críticas más duras hacia mi trabajo me han caído por parte mis compañeros, pero las digieres con una sonrisa, porque en el fondo estás aprendiendo y recibiendo su apoyo, ¿por qué si no, se iban a tomar el tiempo de ayudarte a ir a más? ¿de escucharte y replicarte?

Luego, por fin llegas a casa, y te encuentras en el email, en un privado o una nota, mensajes de gente que se toma su tiempo para escribirte sobre tu cómic, sobre sus sueños y ambiciones, de si les inspiras, o si les has dado un buen rato. Es tremendo. Es tremendo conectar con los demás a través de un sencillo cómic. Parece mentira que estas cosas puedan pasar. Me dan ganas de llorar.

Espero que esta sensación de humildad y agradecimiento, de maravillarse y encogerse no termine nunca, que nunca las de por sentadas, que siempre aprecie cada gesto incondicional y genuino que se me dedique. Porque son estos gestos los que, por encima del dinero, los viajes o la popularidad, los que de verdad valen la pena, los que compensan 15 meses de encierro y achaques, los que de verdad te conectan con la gente y hacen que dibujar cómics tenga sentido. Conectar con los demás, y que ellos conecten contigo. Es lo que importa.

Gracias por todo, a todos y cada uno. Os deseo fuerza y voluntad para perseguir vuestros sueños, constancia y humildad para crecer y madurar, colmillos y garras para luchar contra la adversidad, cariño y respeto sobre el que apoyaros cuando flaqueéis y la promesa de un cielo que acariciar.